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Acta de Pio XI

no dejéis de amar la honra de la casa del Señor[1] y de proveer los medios temporales a quienes sembraron bienes espirituales entre vosotros[2]; ni dejar de ser obediente y sumiso a los que velen como antes para dar cuenta de sus almas, para que lo hagan con gozo y no con gemido[3].

Al declarar, queridos hijos y venerables hermanos, que las asociaciones diocesanas solo pueden ser permitidas, debemos confesar abiertamente que por la presente pretendíamos abstenernos de ordenarles formalmente que las fundasen e instituyeran. Sin embargo, te deseamos y te suplicamos en Jesucristo por este sentimiento de piedad filial que tienes hacia Nosotros y este deseo que ardes por mantener la disciplina, la unidad y la concordia, para probar dichas Asociaciones. De esta manera demostrarás que estás animado hacia Nosotros por ese mismo espíritu de magnanimidad y deferencia filial que tuviste hacia nuestro predecesor de la santa memoria Pío X. Porque Dios será favorable a todos los que haremos esto juntos y que implorarán su misericordia[4]. De hecho, Dios es fiel y no permitirá que seas tentado más allá de tus fuerzas, pero con la tentación también te dará los medios para salir de ella, para que puedas soportarla[5].

Para que todas las cosas vuelvan a la gloria de Dios, a la salvación de las almas, al aumento de la paz tan ardientemente deseada, y eso es lo que insistimos en el Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen Inmaculada. Te regalamos un gran corazón. Nuestro querido Hijo, venerables hermanos, al clero y a los fieles de vuestras diócesis y de toda Francia, la bendición apostólica.

Dado en Roma, cerca de San Pedro, en la fiesta de la Cátedra de San Pedro en Roma, el 18 de enero de 1924, segundo de nuestro pontificado.

PÍO XI

Notas de la traducción

Referencias

  1. Sal 25, 8.
  2. 1 Co 9, 11.
  3. Hb 13, 17.
  4. 2 M 13, 12.
  5. 1 Co 10, 13.