suceso del dia. La popularidad que estas composiciones le conquistaron es sólo comparable con la de Villergas en sus buenos tiempos.
El nombre de Palacio corria de boca en boca, objeto del cariño de los liberales, como de amargas censuras y enconados odios por parte del doctrinarismo, á la sazón omnipotente. Y no sólo odios y censuras, sino persecuciones, encarcelamientos y, por último, la deportación á una de nuestras provincias americanas, Puerto-Rico, le acarrearon sucesivamente las sales y las hieles de su pluma.
Se necesita haber vivido entónces para formarse cabal idea de aquellas terribles luchas y poder hacer á todos la debida justicia, distinguiendo lo propio de las doctrinas de lo propio de los hombres, y en éstos el uso legítimo y el abuso de facultades, y de igual modo, la obra espontánea y libre del espíritu de la engendrada por las condiciones propias del combate. De todos modos, y sea cual fuere el juicio que en el órden político merezcan las obras de Palacio, ello es