Página:Memoria historica sobre los derechos de la Confederacion Argentina a la parte austral del continente americano.djvu/6

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volvieron á sus hogares sin pedir premios, y sin mencionar si quiera los sacrificios que habian hecho para libertarlos.

No hace mucho que el Gobierno de esta provincia, tan sobrecargado de gastos, tuvo que reembolsar una cantidad crecida á un comisionado de la República de Chile, al que habia garantido el pago de dos buques de guerra que fué á buscar á los Estados Unidos, para contribuir á la emancipacion de aquel Estado.

Cuan legítimos, eminentes y privilegiados fueron estos derechos de España sobre todas las partes del nuevo continente, descubierto y conquistado por sus armas, no es materia de controversia, por estar consignados en los anales políticos y diplomáticos del mundo. La extension, y la celeridad de estas conquistas no le permitieron someterlas igualmente á la la fluencia benéfica de las leyes, mientras duró la lucha con los aborígenes, que á pesar de su estado salvage, le opusieron una tenaz resistencia. El primer objeto del conquistador fué vencer estas dificultades, y establecer centros de poblacion y de fuerza para afianzar la conquista. Lo demas debia ser obra del tiempo, y del desarrollo natural y progresivo de estas colonias.

Muchas causas se opusieron á estos progresos, algunas de ellas debidas á la época de su creacion, otras al carácter de sus fundadores. Los principios que dominaban entonces en los varios estados de Europa, sin excluir los mas adelantados, nada habian perdido de la asperidad de los siglos anteriores, y la barbarie, la supersticion, la ignorancia, se disputaban el imperio del orbe. El espíritu de caballeria, que hubiera podido suavizar estas costumbres, contribuyó á pervertirlas, por los vicios que fomentaba en las clases elevadas, y la nulidad á, que condenaba las humildes. El feudalismo hizo de la sociedad el patrimonio deunas cuantas familias, que partian con el soberano y el clero, todos los honores y los provechos, sin dejar mas lugar al pueblo que el de proletarios y esclavos. Las guerras de religion habian exaltado los ánimos, y familiarizados los hombres con las escenas de inhumanidad en que se hacia consistir el heroismo; y tal era el trastorno de las ideas que los monarcas españoles creian llenar un acto de piedad asistiendo á los autos de fé, para dar gracias á Dios del buen éxito de sus guerras.

Los conquistadores del Nuevo Mundo, que miraban como una necesidad la destruccion de todo cuanto encontraban, no pusieron ningun esmero en reedificar lo que habián destruido, y aun cuando lo hubiesen deseado, no tenian á su disposicion los elementos que se necesitaban para realizarlo: porque, ni la po-