Página:Memoria historica sobre los derechos de la Confederacion Argentina a la parte austral del continente americano.djvu/7

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blacion de Europa era exhuberante, ni el espíritu de emigracion se habia apoderado de las varias clases de la sociedad, que preferian la oscuridad de su hogar doméstico á las promesas mas brillantes de la fortuna fuera de su patria. Ni eran estas las únicas trabas que se oponian al espíritu de colonizacion. Desde la muerte de Fernando y de Isabel la Católica, hasta la exaltacion al trono de Carlos III, es decir en el largo período de dos y medio siglos, la España fué casi exclusivamente ocupada en mantenerse á la altura á que la habia elevado el genio de Carlos V. La abdicacion de este gran rey puso en las manos inexpertas de su hijo la suerte de los vastos estados de la monarquia española, y por ingentes que fuesen sus recursos, no siempre bastaron á cubrir los gastos aun mas excesivos del erario. La reunion de Portugal á España, la sublevacion de los Paises Bajos, la expedicion de una grande armada contra Inglaterra, la proteccion acordada á la liga en Francia, y las guerras continuas é interminables contra la Turquia, la Holanda, y casi lodos los príncipes protestantes de Alemania, hicieron del reinado de Felipe II una de las épocas mas agitadas de la España. Decaida de su grandeza, no tardó en expiar las faltas de sus gobernantes; las que agravaron despues los sucesores de Felipe II, por la expulsion de los Judios y de los Moros, que la privaron de las riquezas y del trabajo de una parte considerable de sus habitantes.

El poder colosal, que sin aliados y sin amigos, habia humillao á la Francia, contenido los progresos de la reforma en Alemania, la ambicion de Soliman en Turquia; la voz que habia sido oida con respeto en la dieta de Worms, en las conferencias de Cambrai, de Ratisbona, y hasta en el gran Concilio de Trento; la espada que habia pesado tanto en los destinos de Europa en tiempo de Carlos V, no pudieron sostener sus conquistas en tiempo de Felipe IV, que tuvo que renunciar á la posesion de las Provincias Unidas, y devolver el Portugal á la casa de Braganza.

La regencia de Ana de Austria en la minoridad de Carlos II, no hizo mas que aumentar los males de la monarquia Española. Humillada por Luis XIV, abandonada por la Inglaterra hostilizada por la Holanda, no pudo sustraerse á las duras condiciones que le fueron impuestas en Aquisgran y Nimega, y su rey recibió como un favor la paz y la mano de una hija del rey de Francia. Despues de la muerte de esta princesa, con los vínculos de familia se aflojaron los de amistad, y la España entró en la liga de la Europa, para oponerse á la ambicion de Luis XIV. Esta determinacion le atrajo la guerra en sus propios estados. Los Franceses pasaron los Pirineos, y despues de haber bombardeado á Alicante, amagaron el Aragon, invadieron una