CÁRCEL DE MUJERES
A veces es vendedora de estampas religiosas, otras explota la conmiseración, mostrando su maternidad en marcha y su descendencia concreta.
Su presencia es recibida con lamentaciones sinceras. Estas rameras lloran y se emocionan, como una dama o más que una dama ante la miseria en marcha.
—“¡Salvajes! ¡No respetan ni a las madres!”
Entonces comprendemos el hondo sentido democrá- tico que anima esa protesta. La ciudad ideal para es- tas mujeres sería en la que encontraran amplia li- bertad para su trabajo, el de las ladronas y pordiose- ras. Para afirmar ese postulado éllas hacen suyas las expresiones liberales de: libertad de trabajo y de ac- ción. Nos parece oir toda una aspiración social demó- crata. Y en ésto hay también una identificación ideoló- gica con la misma burguesía “honesta” con la cual conviven. De ahí su protesta por algunas de sus fla- grantes contradicciones:
—"¡Vamos a la policía pa que nos saquen las fichas y luego nos encanan! ¡En qué quedamos!”
—"“Es que tenemos que dar más plata; ¡por éso pa- gamos la multa! ¡Así tienen más perros !”
Las lamentaciones dadas a la madre son también una protesta, Luego las mujeres se encargan de entre- tener a los hijos; les hacen mimos y arrumacos.
Pero es un entretenimiento maternal dudoso y de proceso acelerado. Consiste en limpiar la niña, hacerle hacer con las ladronas camisas con breteles rosas y calcular si va a ser bonita o nó.
A veces cuando el niño es muy pequeño va de ma-
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