IV
—“¡Nataj ¿Me estás haciendo el retrato!”
María Gauna observa como trazo su perfil.
—“¡ Esperá que me ponga un poco e'pintura pa” es- tar más linda!”
La mujer me tutea y yo no me animo a reprenderla.
-—“¿De dónde es usted?”
-—“Yo soy santiagiieña, pa” servirla”.
—“¿Cuántos años tiene?”
—'"Treinta y nueve. Vieja, ¿no?”
Norma la vendedora de cocaína, se acerca y tercia en la conversación.
—“Esta mujer ha sido una de las mantenidas de más lujo. Hasta hace unos cinco años venía con regios ta- pados de piel y pagaba multas de 150 pesos. Ha sido una gran hacana! ¡ Ya la vé ahora!”
--“Sí, yo tuve departamento y sirvienta. Usaba jo- yas. Pero, ahora soy una porquería. Pero el sinver- gúenza que me envició, también las está pagando! Fué un chileno que me arruinó, robó y me enfermó! Ahora él está en la cárcel por ladrón...
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