CÁRCEL DE MUJERES
solidaridad que emana del mujerío, la reconforta. Son- ríe y se reconoce en las demás.
Ya está dentro, ya charla. Luego es acaparada por un grupo que la hace hablar sin descanso.
- Miro con desaprensión. Sin embargo me vá intere- sando esa cosa femenina, que tiene relieves nuevos y distintos a las del Asilo. Escucho:
—“La cosa está que arde en Avellaneda. Es jodido trabajar. Nos tienen locas a coimas como a los quinie- leros. Ahora andaba por la Isla Maciel, por Facundo Quiroga con los polacos”. -
““¿ Y te dá el trabajo?”
—“Pa ir tirando... Como no tengo marido me arre- glo sola. A veces no me alcanza, pa nada. Entre los vi- gilantes y los oficiales de policía me pelan.”
—“¿ Y si te encanan, quién te saca?”
—"“Me trago la cana y se acabó”.
—“¿Y como viniste a dar aquí?”
—“Hace tres días salí de la Comisaría del Doke. Como ro podía trabajar tranquila, crucé por el puente de Almirante Brown y me fuí por la Ribera. Cerca del café el Marítimo me pescó un perro. La cana me había mirao antes, pero no me agarró. Anoche lo pasé en la Comisaría con una vieja borracha que se lo pasó vomi- tando. Esta mañana me sacaron y aquí estoy. Es la primera vez que caigo aqui”.
—“¿Y cuánto tiempo te dieron?”
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