ANGÉLICA MENDOZA
—“¡Quince días, andá vos a saber si no me dan más!... ¿Y todas éstas están por lo mismo?”
—“No; hay mecheras y limosneras. Y también de Orden Político, las comunistas.”
—““Sí, ché? ¡Qué macana! Allá en el doke me tocó estar con una. ¡Qué porquería !”
“¿El qué?...”
—“Que traigan a las comunistas; ché no son como nosotras !”
—“¡Andate a bañar! ¡Dejá que les bajen el copete! ¡Hacen bien de meterlas en cana”
Las mujeres acompañan a rezar a la religiosa. La “nueva” está en silencio. Una cosa blanda, gelatinosa debe ser su carne. Una línea de cansancio animal alarga su boca y de los ojos baja la mansa luz de su mirar turbio. Es la mujer cansada de una tarea que la aplasta y la desloma. ¿Cómo será en el amor esta pobre cosa humana, que no provoca el deseo sino el gesto solidario de la lástima?...
La nueva es “la Luisa”.
Su asiento en lz mesa está colocado frente a mí. Así me siento bloqueada, entre una prostituta, una vieja mechera y bajo la cansira mirada de esa mujer.
Miro mi locro y la impotencia me hace aguar los ojos.
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