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desacatos a los príncipes y contra los principes; porque a los reyes y grandes señores permítese avisarlos, mas no se suffre reprehenderlos. Quando el rey David cometió el adulterio con Betsabé y el homicidio con Urías, no le reprehendió el profeta Natán en público ni le affrentó delante (1) todo el pueblo, antes le dixo aparte tan dulces palabras y le convenció con tan buenas razones, que luego allí el Rey conosció la culpa y començó a hazer penitencia. Es tan suprema la auctoridad del Príncipe, que absolutamente nos puede exortar, avisar, reprehender y castigar, y nosotros a él no más de (2) le avisar y aconsejar; porque a los buenos príncipes por ninguna cosa se les ha de perder la vergüença ni alçar la obediencia. De Catón Censorino, y del emperador Augusto, y del gran Trajano, y del buen Marco Aurelio dízen todos sus escritos que por esso fueron príncipes tan ilustres en sus hazañas y tan bien quistos en sus repúblicas, porque tenían siempre cabe sí no sólo quien los aconsejava lo que hazían, mas aun quien los avisava de lo que erravan. Lo contrario de todo esto se lee de los malvados tiranos: de Brías el griego, de Antenón el tebano, de Fálaris el agrigentino y de Dionisio el siracusano, los quales jamás quisieron ser de sus officiales avisados ni de sus amigos aconsejados. No abasta (3) tampoco que tengáis los príncipes en vuestras cortes hombres cuerdos (1) (2) (3) Delante: ante, delante de.

Más de: más que.

Abastar: bastar.