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chas vezes que la fortuna favoresce más a los que están holgando que no a los que andan sudando.

Puédese de todo lo sobredicho coligir que no ay en este mundo cosa más cierta que ser todas las cosas inciertas. Aplicando, pues, lo dicho a nuestro propósito, dezimos que es gran temeridad, y aun no sé si liviandad, aconsejar a nadie que sea casado, aprenda letras, siga la guerra, se haga clérigo, se meta religioso, aprenda officio o ande a palacio; porque en este caso nadie se ha de atar a lo que otro le dize, sino mirar la inclinación que tiene. Plutarco, en los libros De republica los mucho al divino Platón, en la academia del qual primero provavan a los discípulos que le traían las inclinaciones que tenían, que no que les enseñiassen las sciencias que querían; por manera que si velan ser inclinado a las letras, quedávase en la academia, y si no, tornávase a deprender (1) officio en la república. Alcibíades el griego, aunque le pusieron desde muy niño al estudio, muy mejor maña se dió después en el pelear que entonces se dió en estudiar. Al que es inclinado a ceñir espada muy mal se le assienta la estola. Al que de su natural es encogido, pecado sería llevarle a palacio. A la que dessea tener marido, muy pesado se le hará el velo negro. Al que es inclinado a picar muelas (2) en valde le enseñan amolar navajas. Al que de suyo se da al texer, pecado es mandarle pintar.

Lo que dezimos destos pocos oficiales podríamos (1) Deprender: aprender.

(2) Muelas: piedras de moler.