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importunidad de la muger, las travesuras de los hijos, los descuydos de los criados y aun las murmuraciones de los vezinos, no es menos sino que (1) algunas vezes le han de alterar y amohinar (2); mas en pensar que escapó de la corte y de su tan peligroso golfo, lo ha de dar todo por bien empleado.

No ha de pensar nadie que por venirse a morar a la aldea y a retraer a su casa que por esso las necessidades no le han de buscar y los enojos no le han de hallar; que a las vezes el que nunca tropeçó caminando por los puertos ásperos cayó y se derrostró en los prados floridos. Al que va a buscar reposo combiénele estar en buenos exercicios ocupado; porque si dexa al cuerpo holgar y al coraçón en lo que quiere pensar, ellos dos le cansarán y aun le acabarán. No hay en esta vida cosa que sea tan enemiga de la virtud como es la ociosidad; porque de los ociosos momentos y superfluos pensamientos tienen principio los hombres perdidos.

Al cortesano que no se ocupa en su casa sino en comer, bever, jugar y holgar muy gran compasión le emos de tener; porque si en la corte andava rodeado de enemigos, andarse ha en el aldea cargado de vicios. El hombre ocioso siempre anda malo, floxo, tibio, triste, enfermo, pensativo, sospechoso y desganado; y de aquí viene que de darse el coraçón mucho a pensar viene después a desesperar. El hombre ocupado y laborioso siempre (1) No es menos sino que: no hay duda sino que.

(2) Amohinar: entristecerse, ponerse mohino.