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contar della nuevas y muy peligrosa para provar aus mañas. De tal manera combiene al cortesano salirse de la corte, que no dexe pasto para tornarse a ella; porque de otra manera la soledad de su casa le hará tornar a buscar la libertad de la corte.

Al coraçón del hombre ya retraído y virtuoso, todas las vezes que vacan obispados, encomiendas, tenencias y otros officios le tocan al arma (1) los pensamientos vanos y livianos, diziendo que si no se uviera retraído, le uvieran ya mejorado; y por esso dizimos que se guarde el tal de tomar la corte en la lengua, ni aun de traerla a la memoria. Deve también pensar el buen cortesano que otras vezes uvo vacantes y no fué él proveído, y que ya pudiera ser que tampoco le cupiera agora ninguna cosa, y que le es menos affrenta esperar de lexos la grita; porque en la corte a las vezes se siente más lo que os dizen de no averos proveído que lo que os quitan en tal provisión.

Son las cosas de la corte tan enconadas y aun tan ocasionadas, que no ha de pensar el cortesano que las menosprescia de voluntad, sino de necessidad; porque todo hombre maligno que tiene tesón de perseverar en la corte, o en breve acabará o al cabo se perderá. Después que el cortesano se viniere a reposar a su casa, dévese mucho guardar de no tomar enojo en ella; porque de otra manera, si en palacio estava aborrido, en el aldea bivirá desesperado. La soledad de la conversación, la (1) Tocar al arma: provocar a guerra, alborotar.