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CAPITULO V

QUE LA VIDA DE LA ALDEA ES MAS QUIETA Y MAS PRIVILEGIADA QUE LA VIDA DE LA CORTE.

Es previlegio de aldea que en ella no biva n pueda bivir, ni se llame ni se pueda llamar ningún hombre aposentador de rey ni de señor, sino que libremente more cada uno en la casa que heredó de sus passados o compró por sus dineros, y esto sin que ningún alguacil le divida la casa ni aun le parta la ropa. No gozan deste previlegio los que andan en las cortes y biven en grandes pueblos; porque allí les toman las cosas, parten los aposentos, dividen la ropa, escogen los huéspedes (1), hazen atajos (2), hurtan la leña, talan la huerta, quiebran las puertas, derruccan los pesebres, levantan los suelos, ensucian el pozo, quiebran las piles, pierden las llaves, pintan las paredes y aun les sosacan (3) las hijas. ¡O quán bienaventurado es aquel a quien cupo en suerte de tener qué comer en el aldea!; porque el tal no andará por tierras extrañas, no mudará posadas todos los días, no (1) Huesped: el mesonero o el que tiene casa de posadas y recibe en ella huéspedes.

(2) Atajos: montón que se va haciendo de alguna cosa, como hatajo de lefia.

(3) Sosaoan: seducen.