Página:Menosprecio de corte y alabanza de aldea (1922).pdf/92

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casas; si del mayordomo, que no ha cobrado; si del procurador, que le embíe dinero; si de su amigo, que es un desconoscido, y si es del trapero, que es Itegado el plazo. Bien creo yo que ay muchos en la corte que si dioron de porte un real al correo, le dieran quatro por no las aver rescibido. En la corte muchas cosas haze un cortesano por necessidad que no las haría en su tierra de voluntad. Que sea esto verdad paresce claro en que come con quien no le ama, habla a quien no conosce, sirve a quien no se lo agradesce, sigue a quien no le honra, defiende a quien no le ayuda, empresta a quien no le paga, comunica con quien no le es grato, dissimula con quien le injuria, honra a quien le infama y aun fíase de quien le engaña. En la corte a ninguno le combiene bivir con esperança que otros le han de ayudar. ¡0 triste del cortesano!, el qual. si viene a pobreza ninguno le socorre; si cae enfermo, nadie le visita; si allí se muere, todos le olvidan; si anda pensativo, nadie le consuela; si es virtuoso, pocos le alaban; si es traviesso, todos le acussan; si es descuydado, nadie le avisa; si es rico, todos le piden; si está empeñado, nadie le empresta; si está preso, nadie le fía, y aun si no es algo privado, no tiene ningún amigo. En la corte no ay cosa más rara de haller y más cara de comprar que es la verdad. En las cortes de los principes y en las casas de los grandes señores, de tres géneros de gentes ay mucha abundancia, es a saber: quien se atreva a murmurar, quien sepa lisongear y quien osse mentir. Al príncipe engañanle los lisongeros;