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a los privados, los negociantes; a los señores, los mayordomos; a los ricos, los trubanes; a loe moços, las mugeres; a los viejos, la codicia; a los perlados, los parientes; a los clérigos, la avaricia; a los frailes, la libertad; a los presumptuosos, la ambición; a los maliciosos, la passión; a los agudos, la afección; a los prudentes, la confiança; a los locos, la sospecha, y aun a todos juntos, la fortuna. En la corte es a do los hombres más tiempo pierden y que menos bien le emplean. Desde que un cortesano se levanta hasta que se acuesta, no ocupa en otra cosa el tiempo sino en ir a palacio, preguntar nuevas, ruar (1) calles, escrevir cartas, hablar en guerras, relatar parcialidades, visitar a los privados, banquetsar en huertas, halagar a los porteros, mudar amistades, remudar mesas, hablar con alcahustas, requestar (2) damas y aun preguntar por hermosas. En la corte, más que en otra parte, son todas las cosas pesadas y tardías. ¡O triste del cortesanol, el qual se levanta tarde, despacha tarde, visita tarde, le oyen tarde, se confiesa tarde, reza tarde, se retrae tarde, se enmienda tarde, le conoscen tarde y aun medra tarde. En la corte son infinitos los que se pierden y muy poquitos los que medran. No podemos negar sino que allí se mueren los privados, allí se mudan los estados, allí caen los favorescidos, allí se ençarçan las biudas, allí se infaman las casadas, allí se sueltan las doncellas, allí se mohecen los ingenios, allí se acobardan los (1) Ruar: pasear el galán la calle.

(2) Requesiar: requerir de amoree.