table, se suicidó, dejando a los infieles el poema, una parte de la cual puede interpretarse así:
"Bueno, entonces, tengo que decir que te amo todavía, que te adoro con todo mi ser. Yo comprendo que tus besos nunca serán míos, que a tus queridos ojos nunca miraré.... A veces trato de hundirte en el olvido, execrarte....Pero lamentablemente, ¡que vano es! mi alma no te olvidaré. ¿Qué quieres, entonces, que debo hacer, oh, parte de mi vida? ¿Qué quieres que haga con tal corazón?.... ¡Ah, figuralo tu misma que tan bella pudo haber sido nuestra existencia juntos!... ¡Pero ahora que el fascinante sueño derrota al negro golfo negro que se ha abierto entre nosotros adiós! ¡Amor de mis amores, luz de mi oscuridad, perfume de todas las flores que florecieron para mí! ¡Lira de mi poeta, mi juventud, adiós!"
Si uno intenta seleccionar el rasgo más evidente en la ficción nativa es sin duda patriotismo. Este patriotismo es rampante en la prensa y en las formas de vida oficial. Las autoridades son el ciudadano Presidente, ciudadano General, etc., como en la primera República francesa, y concluyen sus documentos oficiales con la fórmula: "Libertad en la Constitución". La usurpación de Maximiliano sirvió para unir al país en una cierta unidad y despertar ese sentimiento al máximo.
Dos romanceros, General Riva Palacio y Juan Mateos, han hecho uso de los acontecimientos de la invasión francesa en una curiosa clase de novelas voluminosas, que han logrado un éxito popular a llamarlos así. "La colina de Las Campañas" y "El sol de mayo," de Mateos, son respectivamente historias más o menos auténticas de la derrota final y la ejecución de Maximiliano y la defensa de