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A CABALLO Y MULA A ACAPULCO.

la idea y mi decisión fue precipitada por la repentina bajando de la lluvia. Me apresuré a calle Parque del Conde y cerré con Vicente Lopez. Me alegré de saber por él, que también tenia otro cliente que iba, en la persona de un coronel del ejército. El viaje, bajo los auspicios más favorables, consume diez días a caballo, además había un día bajando en diligencia a la ciudad provincial de Cuernavaca, donde comienza el molesto camino. Como se señala, teniendo en cuenta todas las circunstancias, habría muchos menos compañeros que uno preferiría, que tener una persona tan presumiblemente audaz e informada como un oficial mexicano.

El demostró para ser un verdadero hombre militar, un coronel que había servido veinte años en diferentes guerras de su país y llevaba agujeros de bala en su cuerpo como resultado de ellas. Había comenzado en la guerra de la reforma, que derrocó a la Iglesia y el partido aristocrático; había luchado contra los franceses y Maximiliano en la segunda guerra de independencia; y, por último, para el Gobierno de Lerdo contra Porfirio Díaz. Ya estaba reconciliado con este último partido, sin embargo, e iba a tomar el comando de la perturbada frontera norte. Si se necesitan más, últimamente él había luchado un duelo, como me dijo, en el que las armas fueron sables y había cortado a su oponente, un oficial hermano, que este último fue llevado en estado grave al hospital. Se han creado barracas vacías separadas, por el departamento de guerra, por este procedimiento. Duelos del ejército, como en el continente, son tolerados. El caso parece ser que, si se combate, posteriormente es amonestado; pero si no lo hace, es probable que se le considere pusilánime.

No es que el coronel era en todos los aspectos el más agradable compañero de viaje. Él estaba muy envuelto

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