LOS ferro-carriles, caminos de fierro, o ferrocarriles, son negocio del momento. Al hablar de la próxima grandeza de la capital en general mencioné los principales que se supone que tienen una parte en ella. De ninguna manera están todos construidos. ¡Lejos de ello! Ni siquiera es seguro que algunos de los más prometedores de ellos, en el papel, serán construidos.
La cuestión de concesión de ferrocarriles en México no es nueva en absoluto. Se han concedido durante treinta años o algo así, a los europeos y nativos, que hicieron poco o nada con ellos. Fue sólo cuando, en virtud de la adopción de una política más ilustrada, se llegaron a conceder a los estadounidenses que se construyeron las carreteras y las concesiones tuvieron valor. A todos a la vez que se decía tener la influencia necesaria comenzaron a desear también una concesión. Podrían no desear utilizarla de una vez, pero podría mantenerlo y ver como se desenvuelven las cosas. O podría transferirla a alguna propiedad más poderosa lo que merecería su consideración. Esta nueva propiedad, también puede esperar a ver lo que era probable que suceda. Si ferrocarriles prometieron ser rentables en el país, fue porque ciertas grandes corporaciones en los Estados Unidos tienen alimentadores o extensiones aquí; de cualquier manera, podrían mantener a otros lejos del campo hasta que estén satisfechos de su carácter.