Página:Mexico as it was and as it is.djvu/255

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
200
MÉXICO.

G—— bajó para examinarlas, y el propietario abrió el camino. Primero abrió la Nº 3., Tenia ocho pies de largo, por unos seis de ancho y diez de alto; en una esquina yacía un charco de lodo en el piso de barro y las paredes estaban literalmente negras con pulgas. G—— de inmediato objetó a esto, y el propietario dijo que por supuesto no estaba prevista para los Señores, pero para el equipaje y los mozos. Tenia "otra, más cómodo" para nosotros; y cruzando la calle, abrió la Nº 6, que, desde su exterior, parecía ser del mismo tamaño que la Nº 3. Apenas abrió el perno—¡cuando salió caminado un asno completamente crecido!

Pero nuestro descontento no satisfizo el propietario—no veía por qué no podríamos ser "alojados en habitaciones que fueron lo suficientemente buenas como para otras gentes—¡y podríamos alabar a la Virgen si llegamos a encontrar mejores en Cuautla!"

No hubo tiempo para discusión, sin embargo, y tan hambrientos como estábamos preferíamos irnos a los campos y dormir bajo los árboles que rendirnos a los bichos de Cuautla, propuse que debíamos volver a Cuauwistla. En el ínterin, sin embargo, Don Juan Black pensó en todos sus amigos en la aldea y descubrió que el administrador de Santa Inés era un viejo conocido que a menudo le había solicitado que lo visitara en sus viajes a la tierra caliente.

Es cierto que éramos un grupo formidable, con caballos y mulas, además de nuestro propio apetito voraz, pero Black insistió que el conocía la gente del país, y que sin duda seríamos bienvenidos en la finca vecina.

Por lo tanto, se puso a la cabeza de la tropa, y marchamos fuera del patio bajo una lluvia de abusos del anfitrión zapatero—como grupo de "Ingleses caprichosos, que merecían pudrirse al el lado de la carretera". Su cónyuge y Maritornes hicieron sus partes del trío denunciante, cuando la pezuña del último caballo pisó el abominable umbral de la puerta.


*   *   *   *   *   *   *

La hacienda de Santa Inés está situada en medio de campos de azúcar en el norte de la ciudad, y el ingenio, residencia, Capilla y aldea India, están bordeados por un hermoso arroyo entre algunos de los mejores árboles del bosque que he visto en la República. Nunca olvidaré la amable recepción de Don Felipe Vargas; —fue la de un viejo amigo probado. Nos ofreció alojamientos amplios y camas; una comida (que, disculpándose por, dijo una "penitencia") se extendió rápidamente en damasco blanco, servido con una exhibición de fina plata y un claret excelente; y todo fue condimentado con una bienvenida que marcará a Don Felipe en mi memoria, como un hombre de confianza en tiempos difíciles.


*   *   *   *   *   *   *

Era noche del sábado, y después de un paseo por los encantadoras arboledas que bordean el arroyo y aldea India, desde el que había una noble vista