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MÉXICO.


MISANTLA.

Pasando por la isla de Sacrificios (de la cual ya he dado alguna cuenta, al tratar el Museo de México), ahora describiré las ruinas que fueron descubiertas recientemente en 1835, adyacente a Misantla, cerca de la ciudad de Jalapa y no muy lejos del camino directo a la Capital.

El trabajo del que extraigo mi información es el Mosaico Mexicano, a que contribuyó, creo, Don Isidro Gondra.

En una alta cresta de montaña en el cantón de Misantla, hay una colina llamada Estillero, (distante unas treinta millas de Jalapa,) cerca de la cual hay una montaña cubierta con una franja estrecha de planicie, perfectamente aislados de los alrededores por escarpadas rocas y barrancas inaccesibles. Más allá de estas cañadas y precipicios hay una alta pared de colinas, desde la cima de una de las cuales el mar es claramente visible en dirección de Nautla. La única parte del campo por el acceso a esta llanura, es por las laderas del Estillero;—todos los lados la solitaria montaña parece haber sido separada de la tierra vecina por algún terremoto violento que hundió la tierra a profundidad.

Sobre esta eminencia solitaria y aislada, están situados los restos de una antigua ciudad. Al llegar a la llanura por las laderas del Estillero, primero se observa un muro roto de grandes piedras, unidos por un cemento débil. Esto parece haber servido para la protección de una plaza circular, en el centro de la cual hay una pirámide de ochenta pies de altura, cuarenta y nueve pies de frente y cuarenta y dos de profundidad.

El relato no aclara positivamente si este edificio está construido de piedra, pero es razonable suponerlo por el muro alrededor de la plaza y los restos que se mencionarán posteriormente. Se divide en tres pisos, o más bien, quedan tres. En el amplio frente, una escalera conduce al segundo cuerpo, que, a su vez, se asciende al lado, mientras que la parte superior del tercero es alcanzada por escalones cortados en el borde de la equina de la pirámide. En frente del teocalli, en el segundo piso, hay dos columnas pilastras, que puedan haber formado parte de la cubierta de la escalera; pero esta parte de la pirámide y especialmente el último cuerpo, esta tan cubierta de árboles que su contorno está muy dañado. En la parte superior, (enterrando sus raíces en el lugar que anteriormente fue sin duda el lugar santo del templo) hay un gigantesco árbol, el cual, por su tamaño inmenso en esta región relativamente alta y templada; denota un largo período desde el abandono del altar donde crece.

En la periferia de la plaza circular alrededor de esta pirámide, comienzan los restos de una ciudad, extendiéndose al norte en línea recta por cerca de una legua. Inmensos bloques cuadrados de edificios de piedra, separados por calles a una distancia de unas trescientas yardas entre ellos, marcan los