Vuelve de Italia, va á Lisboa. Cantará en San Carlos hasta fin de Diciembre; el 15 de Enero deberá estar en Napóles; porque declaro á fuer de hombre sincero, que en el invierno de París, tan animado, tan fastuoso, tan abundante en espectáculos y diversiones, y en medio de una sociedad española y americana que casi casi pone olvido de la patria como vida social, hay para mí dos necesidades del alma que no pueden llenar París, Londres, Roma, Viena, Berlín, Petersburgo, ni otra cualquier gran ciudad de Europa.
El palco de María Buschenthal y la voz de Gayarre.
Aquel palco, que es una casa, y cuya dueña es un amigo; aquella voz que sale de los labios de un tenor que además es un íntimo, me hacen olvidar todas las penas, contrariedades y amarguras que yo paso.
Gayarre es la esperanza de Vaucorbeil. Más tarde ó más temprano, nuestro tenor cantará en la Grande Opera, y entonces, como el arte que nuestro compatriota cultiva es el que más pronto llega á la multitud, el que el público siente más, y el que está más en moda, nuestro orgullo patrio llegará á su colmo, porque después del renombre alcanzado en París por Madrazo, Fortuny, Villegas, Domingo, Vierge, Sarasate, Gener, Lacalle, Salmerón, Algarra, Olózaga, Miranda, Palmaroli, Arcos, Calzado y tantos otros españoles que se han apo-