será en su día la obra colosal de este compatriota ilustre, es la colección de dibujos que está haciendo á la vez que lee por las noches el Quijote á sus hijos.
Cincuenta, sobre poco más ó menos, son los que hasta ahora lleva hechos, y que ayer estuve admirando durante dos horas.
No sé si podrá llevar á cabo obra tan grande. Hay para cada renglón del gran libro una ilustración, en la que el extraordinario dibujante se demuestra con condiciones excepcionalísimas. Tengo por superiores á los de Gustavo Doré muchos de estos dibujos, porque son en menos fantasía, mucho más españoles, como sentidos y hechos por quien tiene más títulos al conocimiento de los personajes y lugares.
El hidalgo manchego, la Maritornes, el ventero, la posada, las bardas del corral, el arriero, todo es como debía ser en tiempo pasado; y cuando el artista se pone á fantasear y á imaginar los sueños y desvaríos del andante caballero, entonces, lo repito, supera en más de una ocasión á Doré, que á mi juicio no ha hecho una ilustración esencialmente española de nuestro gran libro, así como sus fantasías del Infierno del Dante, que exigían menos color local, son únicas.
Como antes he dicho, el pintor Jiménez vive aislado y huyendo del mundano ruido. Por las noches sus hijos leen el Quijote después de comer, y el artista aprovecha la velada para hacer estos primororos dibujos, que serán con el tiempo una grandiosa colección. Acaso se