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E. BLASCO.

equivoca en su propósito de hacer con ellos un Quijote ilustrado, es decir, las láminas ó estampas de una nueva edición de la obra inmortal. Yo creo que debiera publicarlos independientemente con el título de Album del Quijote, por ejemplo. A veces un solo renglón de tal ó cual capítulo le inspira dos ó tres láminas. Seguir trabajando así, sería más largo que la vida; y como lo importante para el público, y sobre todo para España, sería conocer el trabajo del artista, debiera ella sola formar cuerpo de obra. Aun así y todo, sólo un editor muy rico, ó el Estado, podrán emprenderla, si ha de hacerse dignamente.

Se adivina en Jiménez Aranda el español de buena raza, que aunque viviera y pintara en Pekín ó en Groelandia, no dejaría de vivir y sentir en español, libre de todo contagio extranjero. A los demás nos atrae algo la vida moderna de los otros países; en fuerza de admirarlos, somos muchos los que resultamos á veces, y sin darnos cuenta de ello, menos patriotas de lo que en realidad somos; porque nuestra imaginación meridional nos lleva á celebrarlo todo con excesivos elogios que juzgan depresivos para nuestro país los españoles que no han salido de la madre patria y no conocen nada más allá de sus fronteras. Otros compatriotas, en cambio, no abdican su personalidad local, si se me permite la frase, en ningún país de la tierra, poniendo empeño en ensalzarla en sus propias obras. Jiménez Aranda es de éstos. Antes que artista español de pura sangre, su