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La conciencia de que estaban solos en medio de un mundo más poderoso, en donde la presencia del demonio era una verdad ineludible y aterradora.

Es curioso como los historiadores hispanistas escriben mentiras sobre mentiras y juzgan los “hechos históricos” desde el presente, sin tomar en cuenta el momento histórico que se vivía en ese momento.

En primer lugar tenemos que decir que en 1519 los españoles no tenían ni la remota idea que estaban frente a una de las seis civilizaciones más antiguas y con origen autónomo del mundo. Ni que estaban desembarcando en un inmenso continente, ellos pensaban que estaban tocando “ otra inmensa isla como Cuba”.

Que en el Siglo XVI “la existencia del diablo era una cosa verdadera”, como hoy existe para el hombre moderno la inflación. Y que los pueblos originarios eran hijos y adoradores de las poderosas fuerzas del mal, “muy ciertas y muy verdaderas”. Que ellos, pequeños en número, enfrentados entre sí, mal armados y peor entrenados, porque no eran “un ejército” y no eran “soldados”.

Solo un puñado de aventureros y empresarios en una industria basada en la piratería, donde robar y matar era el objetivo.

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