I el hogar en que por cualquier causa las relaciones de los cónyuges se desenvuelven en la indiferencia, la frialdad, el desprecio, las discordias, mas o menos violentas, presenta un medio sumamente inmoral a los hijos, quienes testigos de la división de los padres tienen que adherirse a uno de ellos, sustituyendo su respeto i ternura filial hacia el otro por el resentimiento i la amargura, que en la tierna edad generan funestos efectos en la formación del carácter.
Por otra parte, la unión de los seres que no se estiman ni aman es inmoral, es una prostitución legalizada, pero deprimente para los cónyuges i perjudicial para la generación.
Las gentes vulgares pueden resignarse por materiales conveniencias, a continuar un matrimonio sin amor; mas las mentalidades selectas que ensoñaron una ternura exquisita i espontánea en la amplia libertad, no pueden resignarse a la fidelidad obligada, a la mera función biológica, a las egoístas conveniencias sociales.... No; su altivez i dignidad protestan imponiéndole la separación cuando el amor se extingue i el matrimonio se convierte en una esclavitud odiosa.
Aun cuando el afecto i fidelidad perdure en uno de los dos, ese es, precisamente, el mas interesado, por delicadeza i respeto a la libertad, en no aceptar el sacrificio del ser amado.
Contemplando estos altos principios de moral es que los países mas adelantados han establecido el divorcio, que en tal caso es garantía de moralidad, no fuente de corrupción como pretenden sus detractores.
Cuando no existe el amor verdadero entre los cónyuges, i la felicidad del bien amado no constituye el ideal de la vida, la fidelidad es expugnable, no son suficientes a guardarla el austero deber ni los respetos sociales: la necesidad de amar muéstrase generalmente mas imperiosa en los cónyuges defraudados, i el adulterio es inminente. La afrenta, la venganza, los hijos sin honor ni derecho al pan