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DE CECILIA 73

diálogo anterior; y, al sorprender la confu- sión en todos los semblantes, dibujóse en los labios de Eduardo amarga y burlona sonrisa, mientras Héctor envolvía á Margarita con una mirada de inmensa piedad.

XI

DOS DESGRACIAS

Una mañana, á principios de Enero, vinie- ron á avisar á don Pedro que su hija Juanita, acababa de dar á luz un niño que no había vivido y que el estado de la madre inspi- raba serios cuidados.

Don Pedro, alarmadísimo, partió inmedia- tamente para la ciudad, dejando á Margarita en la quinta, pues se hallaba algo enferma para acompañarlo.

La joven que amaba tiernamente á la hija de su esposo, recomendó á éste que le avi- sara cómo seguía Juana; no obstante lo cual quedó inquieta y pasó el día dominada por tristes presentimientos, sin recibir noticias de la enferma.

Como las cinco de la tarde serían, cuando Eduardo se presentó en la quinta; venía muy pálido y solicitó ver á Margarita en- seguida. Cecilia lo vió llegar y corrió á abra- zarlo.