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netrado con la vida, con la vida superior y verdadera, y su corazon, ya maduro, comprendia mucho y por lo mismo mucho sabia perdonar y amar, como en la bella estrofa de D’Annunzio:
- Ma I’ anima nel cuor si fa piú buona
- come il frutto maturo. Umile e ardita
- sa piegarsi e resistere; ferita
- non geme; assai comprende, assai perdona.
La serenidad de esa poesia no la exime naturalmente de cierta tonalidad melancolica. La alegria es movediza y bulliciosa, en tanto que todo tranquilo recogimiento esta velado por una suave tristeza. El arroyo es alegre: brinca y canta. El estanque dormido ofrece en cambio una apariencia triste. Asi la obra introspectiva y profunda de Amado Nervo en sus últimos tiempos. Por eso dijo él mismo:
- Lector: Tal vez dijeres y tal vez con verdad
- Después de que las páginas de este libro leiste,
- Que mi serenidad es un poquito triste...
- ¿No es así por ventura toda serenidad?
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