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na, sin la mujer europea y norteamericana, que en realidad salvaron la civilización.
El cristianismo, la más alta expresión de la excelencia humana, existe por la mujer.
Dios mismo necesitó que una virgen dijese: «hagase en mi, según tu palabra», para realizar el prodigio sublime, y sin Magdalena que madrugó, —porque el amor siempre vela — para ir a ungir el cuerpo del maestro muerto y que proclamó loca de júbilo la resurrección, el cristianismo no existiria...
El mejor signo de la cultura de un pueblo es su actitud para con la mujer.
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