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Página:Niebla (nivola).djvu/105

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ha dicho que hay muchos que creen estar enamorados sin estarlo...

–Lo ha dicho por usted, ¿no es eso?

–Sí, por mí lo ha dicho, ¿pues?

–Porque en el caso de usted acaso sea verdad eso...

–Pero ¿es que cree usted, es que crees, Eugenia, que no estoy de veras enamorado de ti?

–No alce usted tanto la voz, don Augusto, que puede oírle la criada...

–¡Sí, sí –continuó exaltándose–, hay quien me cree incapaz de enamorarme de veras...!

–Dispense un momento –le interrumpió Eugenia, y se salió dejándole solo.

Volvió al poco rato y con la mayor tranquilidad le dijo:

–Y bien, don Augusto, ¿se ha calmado ya?

–¡Eugenia, Eugenia!

En este momento se oyó llamar a la puerta y Eugenia dijo: «¡Mis tíos!» A los pocos momentos entraban estos en la sala.

–Vino don Augusto a visitaros, salí yo misma a abrirle, quería irse, pero le dije que pasara, que no tardaríais en venir, ¡y aquí está!

–¡Vendrán tiempos –exclamó don Fermín– en que se disiparán los convencionalismos sociales todos! Estoy convencido de que las cercas y tapias de las propiedades privadas no son más que un incentivo para los que llamamos ladrones, cuando los ladrones son los otros, los pro-