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Página:Ninon Lenclos Cartas.djvu/10

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x ENVÍO DE LAS CARTAS

« Las cartas de Leontium, dice, después de vitu- perar la afectación de las de Balzac y Voiture, han gustado siempre todas porque son cartas. Aunque su giro sea singular y estén llenas de moral y bri- llantez de espiritu, nada tienen de rebuscado. Como la moral va siempre en ellas sazonada por el entu- siasmo, y el talento las adorna en forma de imagi- nación libre y natural, nada difieren de su conversa- ción, y bien se echa de ver que al escribir á sus amigos, ella misma se figura estarles hablando. »

A vos, señora, toca el juzgar si lo que os envío res- ponde á lo que acabáis de leer y si este elogio es de un juez imparci::1. La sola graeia que 0so pedirus, señora, es que recordéis la promesa que me habéis hecho de no comunicar á nadie las cartas que os confío. Las negligencias que en ella se permite una mujer pu- dieran no ser juzgadas por otros con la indulgencia debida.

Además, ¿quién prodría en nuestro tiempo diver- tirse con su lectura? En ellas no ha de hallar retratos malignos, ni obscenidades, ni faltas de religiosidad; que, á creer 4 muchos, es el único género de lectura que hoy place.

Me de Lenclós escribe del corazón, del amor y de las mujeres. ¡Qué asunto! ¿Y quién mejor que ella podría desarrollarlo? Con su género de talento no pudo ver á los hombres sin estudiarlos y conocerlos. Sabéis como yo, por lo que dicen los autores de su tiempo, que ella no recibía en su casa sino á la más amable gente de la corte. Los hombres más ilustres por sus talentos buscaban su trato y amistad, y aún se aprovechaban sin sonrojo de sus consejos.

« La casa de MU*, de Lenclós, aquella célebre Ninón, era el punto de cita de cuanto de estimable