ENVÍO DE LAS CARTAS xt
é inteligente había en la corte. Las madres más vir- tuosas solicitaban para sus hijos que entraban en sociedad la ventaja de ser admitidos en una reunión tan amable que se consideraba como el centro de la buena compañía. El abate Gedoyn no tuvo más que presentarse alli para ser gustado y adquirir amigos que se interesaron vivamente por su reputación y su fortuna (1). »
En una palabra, cuantos autores han hablado de ella nos enseñan que tenía un talento tan agradable como sólido. Es un filósofo, pero un filósofo amable. « Reune, dice el abate de Chateauneuf, todas la vir- tudes de nuestro sexo á las gracias del suyo, á des- pecho del cual se ha colocado á la altura de los hombres ilustres. »
El retrato que de ella hace Saint-Evremond en una carta que le escribe, cuncluye su elogio con estos versos :
« La indulgente y sabia Natura Formó el alma de Ninón
De la voluptuosidad de Epicuro Y de la virtud de Catón. »
Sólo os citaré un rasgo del abate de Chateauneuf para acabar de daros una idea justa de esta célebre mujer; es aquél en que habla del modo de pensar de ella sobre el amor y la amistad.
Por la lectura de sus cartas conoceréis la importan- cia de esta última cita.
« Como el primer uso que ella hizo de su razón, dice, fué el de libertarse de los errores vulgares, nadie más alejado que ella del error insensato de aquellos que bajo el nombre de hermosa pasión quisieron
(1) Véase la vida del abate Gedoyn al principio de sus Obras diversas, impresas en 1745.
