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AL MARQUÉS DB SÉVIGNÉ 137

mino; no demostréis demasiado amor para que la condesa no recele del exceso de pasión. Dadla algu- nas inquietudes; obligadla á que haga algún esfuerzo para reteneros, infundiéndola el temor de vuestro ale- jamiento. Ninguna mujer os tratará con tanta cor- tesía y frialdad como la que os crea demasiado ena- morado para volver la espalda. Su virtud, menos que su orgullo, la hace intratable. Semejante al comer- ciante que ve muchos deseos de poseer su artículo, ella os trata con muy poco cuidado. Moderad vuestra imprudente vivacidad. Mostrad menos apasiona- miento y la excitaréis más. Nunca sentimos tanto el valor de un bien como en el momento que hay peligro de perderlo. En el amor es indispensable cierta habili- dad para bien de los dos enamorados. Yo llegaría hasta el extremo de aconsejaros que fueseis un poco maligno. En otra ocasión, valdrá más ser engañado que burlador; pero en galantería los tontos son los engañados y los otros tienen siempre un coro de risas que celebra sus hazañas. Adiós.

Me doy cuenta ahora de que termino sin dirigiros una sola frase de consuelo. No hay que desanimarse. Por muy temible que sea el caballero debéis tranqui- lizaros. Sospecho que la ingeniosa condesa lo ha puesto en juego para inquietaros nada más. No es que yo tenga deseo de adularos, pero valéis más que él. Sois joven, debutáis en el mundo; se os tiene por hombre que aun no ha amado. El caballero ha vivido ; ¿Qué mujer no aprecia estas diferencias?