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198 CARTAS DE NINÓN DE LENCLÓS

mostrarse como son; parece que se hallan en su estado natural : con las segundas, se contienen, se observan, fingen. Por lo que de algunas me han dicho, veo que son muy capaces de hacer cometer una infidelidad al hombre más enamorado. Pero en un hombre sen- sato esta infidelidad no es duradera. Pueden excitar un vivo placer, pero no una pasión verdadera

Esas mujeres serían peligrosísimas si siempre 03 divirtieran tanto como las primeras veces que las veis. Un poco de gracia en el hablar y de decencia en las apariencias, y ya os agradan. ¡ Sois con frecuencia tan poco delicados ! Su libertad de lenguaje, la viveza de sus sa'idas, sus aturdimientos os gustan extraor- dinariamente; una alegría viva y loca se apodera de vosotros y las horas pasadas con ellas os parecen minutos. Pero, felizmente para vosotros, no tienen los medios suficientes para sostener un papel tan diver- tido. Como todas carecen de educación y de cultura, pronto recorren el círculo que tienen que describir; las mismas gracias, los mismos cuentos, las mismas monadas. Que se tranquilice la condesa; os conozco bastante para poder responder de que esas mujeres nada pueden contra vos; más temibles son las mu- jeres galantes, porque son equivocas. Ocupan el tér- mino medio entre las mujeres honestas y esas de que acabo de hablar; viven con las primeras y no difieren de las otras más que por el aspecto. Más voluptuosas que tiernas seducen dando á los sentimientos menos delicados un matiz de pasión que los confunde con el amor. Saben dar una impresión de ternura á lo que no es sino gusto por los placeres; os hacen creer que se han rendido por el conocimiento de vuestro mé- rito; si no las conocéis como galantes es imposible apreciar el matiz que distingue los verdaderos motivos