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240 CARTAS DE NINÓN DE LENCLÓS

hombres más distinguidos que conocemos. Nada hala- garla tanto vuestra vanidad como una conquista que os daría la celebridad á que aspiráis. He aquí, mi que- rido marqués, lo que confundís con el amor; difícil- mente os desalucinaréis, porque á fuerza de persua- diros de que lo sentís, llegaréis á ercer firmemente en la realidad de vuestra pasión. Será singular ver con cuanta dignidad hablartis de vuestros pretendidos sentimientos; con cuanta buena fe creeréis que me- recen correspondencia y lo más gracioso será las deferencias que, como deber, se les tributaran. Pero, por desgracia, os desengañaréis y seréis el primero en reíros del aire de importancia con que os habéis con- ducido en tan extravagante asunto.

Estoy persuadida de que ya no os enamoraréis otra vez. No tendréis más que gustos pasajeros, tratos fri- volos, caprichos — todas las apariencias é imita- ciones del amor. No experimentaréis las penas que éste lleva anejas, pero ¿gozaréis la más pequeña de sus dulzuras? ¿espcráis encontrar en esas fantasías los instantes deliciosos que en otros tiempos eran vuestra suprema felicidad? No tengo deseo de adu- laros, pero creo haceros justicia al decir que vuestro corazón está hecho para los placeres delicados. No sois responsable de la disipación en que vivís; lo son los jóvenes locos con que os reunís. Llaman gozar al abuso que hacen de los placeres : el ejemplo os arrastra. Pero esa embriaguez, pronto ó tarde, se disi- pará y entonces veréis que os habéis equivocado de dos maneras sobre el estado de vuestro corazón. Habéis creído que estabais enamorado de la presi- denta; reconoceréis vuestro error; habéis pensado que ya no erais sensible á los encantos de... pero quiero cumplir la palabra que os he dado. Tal vez