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DE NINÓN DE LENCLÓS 35

ponfun misterio en esta intriga era poner traición. Á dos tenía pues que perdonar y los dos hallaron gracia ante ella. Tranquilizó á su amiga en sus temores y al marqués en su embarazo. No le faltaba más que ser su confidente, y su filosofía no le hizo hallar noda vergonzoso el serlo. Si en lo que se llama ruptura, infidelidad, escucháramos menos al amor propio, tendríamos menos amor, veríamos menos justicia en las quejas y transportes y nos portaríamos tan cuerdamente como Ninón.

M. de Villarceaux fué bien pronto reemplazado por un nuevo amante y otros sucedieron sin duda á éste. Pero no debo hablar en estas Memorias sino de los que tienen alguna particularidad : de no querer pasar ninguno, la cadena'sería difícil de formar y tal vez fatigaría.

M. de Gourbille, llegado á una fortuna y una consideración bien grandes por su mérito y por su fidelidad á las casas de Condé y la Rochefoucauld, sentía por Ninón una pasión muy viva que ella había escuchado, cuando los servicios que podía “prestar á sus bienhechoros le obligaron á alejarse de Paris. El príncipe de Marsillac acompañaba al gran Condé que corría á una gloria, bien diferente de la que hasta allí había obtenido, puesto que tenía que ser funesta á su patria. M. de Gourbille era amante y francés y sin embargo hizo el esfuerzo de sacrificarlo todo á una especie de deber que le hacía violar el más sagrado de todos : el amor que se debe á la patria.

Antes de su partida fué preciso arreglarse para poner á cubierto un principio de fortuna que fué luego más considerable. En las circunstancias en que se encontraba podía ser peligroso para él tratar