DE NINÓN DE LENCLÓS 65
- y enfermo muchas veces. Componían su reunión
t todos los días los hombres ilustres que la conocieron ' en su juventud y los de la nueva corte, que por su + talento no eran inferiores á los anteriores. La calle y des Tournelles (1), en la que habitaba desde mucho
antes, era una de las más frecuentadas de París; á
sus mejores amigos se les conocía con el nombre de - « pájaros de las torrecillas. »
En aquella época era un horlor el poder usar ese titulo. Especialmente el conde de Charleval se honraba mucho con aquel nombre que le recordaba la felicidad de que había gozado casi siempre viviendo familiarmente con la mujer más extraordinaria y más amable de su tiempo. Su amor decidido por la voluptuosidad dulce y tranquila, la delicadeza de su ingenio y su talento indiscutible le habían valido toda la confianza de Mlle, de Lenclós. Á una edad muy avanzada su espíritu había conservado todos los encantos de la juventud y su corazón toda la bondad y toda la ternura deseables en los verdaderos amigos. Tal cs el elogio que de él hace Mile, de Len- clós en una carta que escribió á Saint-Evremond comunicándole la muerte de este amigo incompa- rable que ella sintió con una sensibilidad digna de su corazón (2). « Su vida, dice Ninón, y la que yo llevo ahora tienen mucha semejanza. Tener una pérdida así es más que morirse una misma. »
Sus carlas y sus poesías cayeron después de su muerte en manos de su sobrino. M. de Ris, primer
(1) Torrecillas.
(2) M. de Charleval, aunque de complexión débil, vivió noventa años; murió en 1693. « La naturaleza que le había dado un cuerpo tan delicado y tan hermoso le dió un espíritu igual á su cuerpo. » (VIGNEUL DE MARVILLE.)