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66 MEMORIAS SOBRE LA VIDA

presidente del Parlamento de Normandía. Y este magistrado, dice Vigneul de Marville, no sé por qué mal pensamiento no quiso que el público sabo- reara obras tan bellas. » Se puede juzgar de la pérdida que las bellas letras sufrieron por el encanto y la facilidad de algunos fragmentos que han llegado á nosotros á pesar de la modesta indiferencia que la fama inspiraba el autor y de los injustificados temores de su heredero. La canción que escribió con cl nombre de « Los pájaros de las torrecillas » con que se designaba á los amigos de M'le, de Lenclós, no es bastante conocida; ¡ qué idea tan encantadora da de la sociedad de su amiga!

“Ya no soy pájaro de los campos,

Soy pájaro de las torrecillas

Que siempre habla de amor

Y que compadece á las tórtolas

Por no besarse más que én primavera.

La desgracia y cl alejamiento de M. de Saint- Evremond no hicieron que MU. de Lenclós olvidara ásu antiguo amigo; y en su tiempo en que-él deseaba que la corte le llamase para salir del destierro á que él mismo se había condenado, ella empleó la influencia de las gentes que gozaban de altos honores, para obtener el indulto del hombre de más ameno trato que ella había conocido. Saint-Evremond no tenía que reprocharse más que de haber procedido con ligereza contra un ministro. MM. de Lionne, de Lanzun y el inimivable conde de Grammont, los tres amigos de Ml*, de Lenclós, se pusieron á la cabeza de los que con más interés gestionaban la vuelta de Saint-Evremond á su patria; pero sus tentativas fueron inútiles y nada se consiguió de Luis el Grande, hasta que este filósofo, encontrándose demasiado