DE NINÓN DE LENCLÓS 69
rándola el conocimiento de Mile, de Lenclós, cuando ella fué á Francia con el doctor Morelli para resta- blecer su salud.
Hija del famoso conde de Rochester, M"*, de Sand- wich, joven, pero con el talento é ingenio heredados de su padre, tuvo el arte de no parecer extraña en un círculo tan exigente, como el de casa de Ninón., Ésta, reconociendo en su joven amiga el mérito que tanto la elevó algún tiempo después, la vió partir con sentimiento. « Mme de Sandwich — dice Mile, de Len- clós en una de sus cartas — me ha proporcionado mil placeres por la felicidad que de agradarla he tenido; no creía yo que fuera muy á propósito para el trato con una mujer de su estado. Tiene más talento y más mérito real que todas las mujeres de Francia. »
En cuanto al recuerdo que MT*, de Sandwich con- serva de su antigua amiga basta decir que cuarenta y seis años no han amortiguado ese recuerdo y que el nombre de MUe. de Lenclós despierta en su corazón todos los días los sentimientos de cariño y admira- ción que concibió por ella á fines del otro siglo.
No hablarlamos aquí de M. de Remond, conocido por el sobrenombre de « el griego » si no fuese una prueba de la solicitud con que ella procuraba formar el corazón y el espíritu de los que frecuentaban su casa. El poco éxito que obtuvo con M. Remond la hizo arrepentirse más de una vez del cuidado que había puesto en su empresa. « He sido la víctima de su erudición griega — decía. Le he expulsado de mi reunión, porque comprende la filosofía y el mundo de un modo muy equivocado, y porque no es digno de una sociedad como la mía. Cuando Dios hizo al hombre se arrepintió; lo mismo puedo yo decir res- pecto 4 Remond. »
