72 MEMORIAS SOBRE LA VIDA
binelli — dice — me comunica maravillas de la buena; compañía de hombres que encuentra en casa de. Me. de Lenclós; pero aunque no tuviera más com- pañía que la de las mujeres, podría consolarse recor- dando sus triunfos amorosos.
La colección de cartas á que pertenecen las ante- - riores nos dicen que en 1696 la salud de Mlle, de Len-» clós volvió á resentirse. « Nuestra amable Lenclós —- dice M. de Coulanges — tiene un catarro que no me: agrada. » Y algún tiempo después en carta dirigida á; la misma persona, dice : « Nuestra pobre Lenclós ticne : fiebre que por las noches aumenta extraordinaria-.. mente y “ur. dolor á la garganta que inquicta á sus.» amigos. » Se debilitó más, pero su filosofía la conducía : á « contentarse con cl día en que se vive, olvidando : al otro día el que le ha precedido y conformarse con í un cuerpo gastado como con un cuerpo agradable ».. Así pasaba el resto de su vida cuyo término vela í aproximarse sin espanto. « Si yo creyera — decía — - como Mme, de Chevreuse, que al morir vamos á hablar : con nuestros amigos como si aun viviéramos, pen- - sarla en la muerte con deleitación.
Mne, Scarrón — que entonces se titulaba marquesa de Maintenón — y que según Mme, de Sevigné «había intimado con el rey por un trato amistoso y por una conversación libre y sin sutilezas — no olvidó nunca á Me, de Lenclós, su antigua amiga, que la había visto sin sorpresa y sin envidia pasar á la brillante situación que gozaba desde hacía tiempo. Mme, Sca- rrón se acordó de su amiga del modo más halagador para la vanidad de ésta.
Ofreció á Me. de Lenclós una habitación al lado de la suya en Versalles; su intención, según se dijo, era la de procurar al rey el placer de ver y oir fre-