86 CARTAS DE NINÓN DE LENCLÓÚS
precisamente la máxima contraria; y estoy persua- dida en electo de que el capricho no está junto á la belleza si no para reanimar sus encantos, para ha- cerlos valer, para servirle de aguijón y de condi-
mento. No hay sentimiento más frío y que dure:
menos que la admiración. Nos acostumbramos fácil- mente á ver los mismos rasgos por regulares que sean, y cuando un poco de picardía no les da vida ni acción, su propia regularidad destruye pronto el sen-
y
timiento que han excitado. Un matiz de humor puede :
solamente proyectar sobre una bella cara la varicdad
necesaria para prevenir el tedio de verla siempre -
en la misma situación. En una palabra; desgraciada de la mujer demasiado igual : su uniformidad es sosa
y molesta. Es siempre la misma estatua; un hombre - tiene siempre razón con ella. Es tan buena; tan dulce, :
que quita á las gentes hasta la libertad de pelearse, ¡y esta libertad es á veces un placer tan grande! Poned en su lugar una mujer viva, caprichosa,
decidida (todo ello, sin embargo, hasta cierto punto), .
y todo cambiará de aspecto. El amante encontrará :
en la misma persona el placer de la variación. El :
humor es una sal en la galantería, que la impide co- rromperse. La inquietud, los celos, las querellas, las reconciliaciones, los despechos son el alimento del amor. Variedad encantadora que llena y ocupa un corazón sensible harto más deliciosamente que la
regularidad en el proceder y la enojosa igualdad de :
lo que se llama un buen carácter.
Sé cómo hay que gobernaros á los hombres. Un capricho os pone en una incertidumbre que os cuesta tanto trabajo y pena disipar como el conseguir una nueva victoria sobre otra mujer. Una brusquedad os agita. No dejáis de combatir, pero así no dejáis tam-