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COMO ANDA EL MUNDO,

que sus autores no conocen. Tiró al fuego todos estos detestables escritos, y salió aquella tarde de casa, para ir al paseo. Presentáronle á un literato anciano que no habia venido á aumentar el número de sus pegotes. Esquivaba este la muchedumbre, conocia á los hombres, sabia servirse de ellos, y se explicaba con cordura. Hablóle Babuco con mucho sentimiento de quanto habia visto y leido. Cosas muy despreciables habeis leido, le dixo el cuerdo letrado; pero en todos tiempos y en todo pais es muy comun lo malo, y rarísimo lo bueno. Habeis dado acogida en vuestra mesa á las heces de la pedantería, porque en toda profesion lo que siempre se presenta con mas descaro es lo que ménos merece salir á la plaza. Viven unos con otros, sosegados y en el retiro, los verdaderos sabios, y aun no nos faltan libros y autores que son acreedores á vuestra atencion. Miéntras que estaba hablando, llegó otro literato, y fuéron sus razonamientos tan instructivos y agradables, tan superiores á las preocupaciones, y tan conformes con la virtud, que confesó Babuco que nunca habia oido semejante cosa. Hombres son estos, decia para sí, á quien no se atreverá el ángel Ituriel á hacer mal, á ménos que sea muy despiadado.

No conservaba ménos enojo contra lo demas de la nacion, puesto que se habia reconciliado con los literatos. Sois un extrangero, le dixo el hombre juicioso que le hablaba, y se os pre-