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CANDIDO,

funesta mansion. Teníamos una hacienda muy pingüe en las inmediaciones de Gaeta, y nos embarcámos para este puerto en una galera del pais, dorada como el altar de San Pedro en Roma. Hete aquí un pirata de Salé que nos da caza y nos aborda: nuestros soldados se defendiéron como buenos soldados del papa, es decir que tiráron las armas y se hincáron de rodillas, pidiendo al pirata la absolución in articulo mortis.

En breve los desnudáron de piés á cabeza, y lo mismo hiciéron con mi madre, con nuestras doncellas, y conmigo. Cosa portentosa es de ver con qué presteza desnudan estos caballeros á la gente; pero lo que mas extrañé, fué que á todos nos metiéron el dedo en un sitio donde nosotras las mugeres no estamos acostumbradas á meter mas que cañutos de xeringa. Parecióme muy rara esta ceremonia; que así falla de todo el que no ha salido de su pais: mas luego supe que era por ver si en aquel sitio habíamos escondido algunos diamantes, y que es estilo establecido de tiempo inmemorial en las naciones civilizadas que andan barriendo los mares, y que los señores religiosos caballeros de Malta nunca le omiten quando apresan á Turcos ó Turcas, porque es ley del derecho de gentes, que nunca ha sido quebrantada.

No diré si fué cosa dura para una princesa joven que la llevaran cautiva á Marruecos con su madre; bien se pueden vms. figurar quanto