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ZADIG,

porque era estilo en Babilonia declarar con solemnidad, al cabo de cinco años, qual de los ciudadanos habia hecho la mas generosa accion. Los jueces eran los grandes y los magos. Exponia el primer satrapa encargado del gobierno de la ciudad, las acciones mas ilustres hechas en el tiempo de su gobierno; los jueces votaban, y el rey pronunciaba la decision. De los extremos de la tierra acudian espectadores á esta solemnidad. Recibia el vencedor de mano del monarca una copa de oro guarnecida de piedras preciosas, y le decia el rey estas palabras: «Recibid este premio de la generosidad, y oxalá me concedan los Dioses muchos vasallos que á vos se parezcan.»

Llegado este memorable dia, se dexó ver el rey en su trono, rodeado de grandes, magos y diputados de todas las naciones, que venian, á unos juegos donde no con la ligereza de los caballos, ni con la fuerza corporal, sino con la virtud se grangeaba la gloria. Recitó en voz alta el satrapa las acciones por las quales podian sus autores merecer el inestimable premio, y no habló siquiera de la magnanimidad con que habia restituido Zadig todo su caudal al envidioso: que no era esta accion que mereciera disputar el premio.

Primero presentó á un juez que habiendo, en virtud de una equivocacion de que no era responsable, fallado un pleyto importante contra un ciudadano, le habia dado todo su caudal,