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CANDIDO,

dedos de Candido pasáron á los de la marquesa.

Al volverse Candido á su casa con el abate, sintió algunos remordimientos por haber cometido una infidelidad á Cunegunda; y el señor abate tomó parte en su sentimiento, porque le habia cabido una muy pequeña en los diez mil duros perdidos por Candido al juego, y en el valor de los dos brillantes, medio-dados y medio-estafados: y era su ánimo aprovecharse todo quanto pudiese de lo que el trato de Candido le podía valer. Hablábale sin cesar de Cunegunda, y Candido le dixo que quando la viera en Venecia, le pediria perdon de la infidelidad que acababa de cometer.

Cada dia estaba el abate mas cortés y mas atento, interesándole todo quanto decía Candido, todo quanto hacia, y quanto quería hacer. ¿Con que está vm. aplazado por la baronesita para Venecia? le dixo. Sí, señor abate, respondió Candido, tengo precision de ir allá á buscar á Cunegunda. Llevado entónces del gusto de hablar de su amada, le contó, como era su costumbre, parte de sus aventuras con esta ilustre Vesfaliana. Bien creo, dixo el abate, que esa señorita tiene mucho talento, y escribe muy bonitas cartas. Nunca me ha escrito, dixo Candido, porque se ha de figurar vm. que quando me echáron de la granja por amor de ella, no le pude escribir; que poco después supe que era muerta, que despues me la encontré, y la volví á perder, y que le he despachado un