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Ó EL OPTIMISMO.

que Cunegunda. Cacambo que cavaba el huerto y llevaba á vender la hortaliza á Constantinopla, estaba rendido de faena, y maldecia su suerte. Panglós se desesperaba, porque no lucia su saber en alguna universidad de Alemania: solo Martin, firmemente convencido de que en todas partes el hombre se encuentra mal, llevaba las cosas en paciencia. Algunas veces disputaban Candido, Martin y Panglós sobre metafísica y moral. Por las ventanas del coitijo sovían pasar con mucha freqüencia barcos cargados de efendis, baxáes y cadíes, que iban desterrados á Lemnos, Mitylene y Erzerum; y llegar otros cadíes, otros baxáes y otros efendis, que ocupaban el lugar de los depuestos, y que lo eran ellos luego; y se vían cabezas rellenas con mucho aseo de paja, que se llevaban de regalo á la Sublime Puerta. Estas escenas daban materia á nuevas disertaciones; y quando no disputaban se aburrian tanto, que la vieja se aventuró á decirles un dia: Quisiera yo saber qué es peor, ¿ser violada cien veces al dia por piratas negros, verse cortar una nalga, pasar baquetas entre los Bulgaros, ser azotado y ahorcado en un auto de fe, ser disecado, remar en galeras, finalmente padecer todas quantas desventuras hemos pasado, ó estar aquí sin hacer nada? Ardua es la qüestion, dixo Candido.

Suscitó este razonamiento nuevas reflexîones; y coligió Martin que el destino del hombre era vivir en las convulsiones de las angustias, ó en