Página:Novelas de Voltaire 1.djvu/54

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
54
ZADIG,

el esclavo Zadig y la piedra se grangeáron mucha reputacion en toda la Arabia.

Capitulo XI.
La hoguera.

Embelesado Setoc hizo de sti esclavo su mas íntimo amigo, y no podia vivir sin él, como habia sucedido al rey de Babilonia: fué la fortuna de Zadig que Setoc no era casado. Descubrió este en su amo excelente índole, mucha rectitud y una sana razon, y sentia ver que adorase el exército celestial, quiero decir el sol, la luna y las estrellas, como era costumbre antigua en la Arabia; y le hablaba á veces de este culto, aunque con mucha reserva. Un dia por fin le dixo que eran unos cuerpos como los demas, y no mas acreedores á su veneracion que un árbol ó un peñasco. Sí tal, replicó Setoc, que son seres eternos que nos hacen mil bienes, animan la naturaleza, arreglan las estaciones; aparte de que distan tanto de nosotros que no es posible ménos de reverenciarlos. Mas provecho sacais, respondió Zadig, de las ondas del mar Roxo, que conduce vuestros géneros á la India: ¿y por qué no ha de ser tan antiguo como las estrellas? Si adorais lo que dista de vos, tambien habeis de adorar la tierra de los Gangaridas, que está al cabo del mundo. No, decia Setoc; mas el brillo de las