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ZADIG,

de desatinos, y os daré á cada uno una efigia muy hermosa de Oanes. Tomando entónces la palabra el hombre de Cambalu, dixo: Mucho respeto á los Egipcios, á los Caldeos, á los Griegos, á los Celtas, á Brama, al buey Apis, y al hermoso pez Oanes; pero el Li ó el Tien, como le quieran llamar[1], no valen ménos acaso que los bueyes y los peces. No mentaré mi pais, que es tamaño como el Egipto, la Caldea y las Indias juntas, ni disputare acerca de su antigüedad, porque lo que importa es ser feliz, y sirve de poco ser antiguo; pero si se trata de almanaques, diré que en toda el Asia corren los nuestros, y que los poseíamos aventajados, ántes que supieran los Caldeos la arismética.

Todos sois unos ignorantes, todos sin excepcion, exclamó el Griego. ¿Pues qué, no sabeis que el padre de todo es el caos, y que el estado en que vemos el mundo es obra de la forma y la materia? Habló el tal Griego largo rato, hasta que le interrumpió el Celta, el qual habia bebido miéntras que altercaban los demas, y que creyéndose entónces mas instruido que todos, dixo echando por vidas, que solo Teutates y las agallas de roble merecian mentarse; que él llevaba siempre agallas en el bolsillo; que sus ascendientes los Escitas eran los únicos sugetos


  1. Voces chinas, que quieren decir Li, la luz natural, la razon; y Tien, el cielo; y tambien significan á Dios.