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juntos, que me digas qué es la causa que te trae tan demasiadamente triste, que puesto caso que sola la del cautiverio es bastante para entristecer el corazón más alegre del mundo, todavía imagino que de más atrás traen la corriente tus desgracias; porque los generosos ánimos como el tuyo no suelen rendirse a las comunes desdichas tanto que dem muestras de extraordinarios sentimientos: y haceme creer esto, el saber yo que no eres tan pobre que te falte para dar cuanto pidieren para tu rescate; ni estás en las torres del mar Negro, como cautivo de consideración que tarde o nunca alcanza la deseada libertad: así que no habiéndote quitado la mala suerte las esperanzas de verte libre, y con todo esto verte rendido a dar miserables muestras de tu desventura, no es mucho que imagine que tu pena procede de otra causa que de la libertad que perdiste, la oual causa be suplico me digas, ofreciéndote cuanto puedo y valgo; quizá para que yo te sirva ha traído la fortuna este rodeo de haberme hecho vestir deste hábito, que aborrezco. Ya sabes, Ricardo, que es mi amo el cadí desta ciudad (que es lo mismo que ser su obispo); sabes también lo mucho que vale y lo mucho que con él puedo: juntamente con esto no ignoras el deseo encendido que tengo de no morir en este estado que parece que profeso, pues cuando más no pueda tengo de confesar y publicar a voces la fe de Jesucristo, de quien me apartó mi poca edad y menos entendimiento, puesto que sé que Nor. EMP—T. I.

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