Página:Novelas ejemplares - Tomo I (1919).pdf/119

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
119
 

Sucedió, pues, que en el discurso de mi pretensión alcancé a saber que un día del mes pasado de mayo, que este de hoy hace un año, tres días y cinco horas, Leonisa y sus padres, y Cornelio y los suyos se iban a solazar con toda su parentela y criados al jardín de Ascanio, que está cercano a la marina en el camino de las salinas.

—Bien lo sé—dijo Mahamut; pasa adelante Ricardo, que más de cuatro días tuve en él, cuando Dios quiso, más de cuatro buenos ratos.

Súpelo replicó Ricardo—, y al mismo instante que lo supe me ocupó el alma una furia, vna rabia y un infierno de celos con tanta vehemencia y rigor, que me sacó de mis sentidos, como lo verás por lo que luego hice, que fué irme al jardín donde me dijeron que estaban, y hallé a la más de la gente solazándose, y debajo de un nogal sentados a Cornelio y a Leonisa, aunque desviados un poco: cuál ellos quedaron de mi vista no lo sé; de mí sé decir que quedé tal con la suya que perdí la de mis ojos, y me quedé como estatua sin voz ni movimiento alguno; pero no tardó mucho en despertar el enojo a la cólera, y la cólera a la sangre del corazón, y la sangre a la ira, y la ira a las manos y a la lengua; puesto que las manos se ataron con el respeto a mi parecer, debido al hermoso rostro que tenía delante. Pero la lengua rompió el silencio con estas razones: Contenta estarás, ¡oh, enemiga mortal de mi descanso!,