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lo que quiero; digo esto, porque podría ser dar traza con él para que vinieses a ser suyo, y estando en mi compañía, el tiempo nos dirá lo que habemos de hacer, así para consolarte, si quieres o pudieres tener consuelo, y a mí para salir desta a mejor vida, o, a lo menos, a parte donde la tenga más segura cuando la deje.

—Yo te agradezco—respondió Ricardo—, Mahamut, la amistad que me ofreces, aunque estoy cierto que con cuanto hicieres no has de poder cosa que en mi provecho resulte; pero dejemos ahora esto, y vamos a las tiendas, porque, a lo que veo, sale de la ciudad mucha gente, y sin duda es el antiguo virrey que sale a estarse en la campaña por dar lugar a mi amo que entre en la ciudad a hacer la residencia.

Así es—dijo Mahamut—; ven, pues, Ricardo, y verás las ceremonias con que se reciben, que sé que gustarás de verlas.

—Vamos en buen hora—dijo Ricardo—; quizá te habré menester, si acaso el guardián de los cautivos de mi amo me ha echado menos, que es un renegado corso de nación, y de no muy piadosas entrañas.

Con esto dejaron la plática, y llegaron a las tiendas a tiempo que llegaba el antiguo bajá y el nuevo le salía a recebir a la puerta de la tienda.

Venía acompañado Alf bajá (que así se llamaba el que dejaba el gobierno) de todos los genizaros que de ordinario están de presidio en Nicosia después que los turcos la ganaron, que serían hasta qu:-